El Guardaviñas

El guardaviñas era la choza de piedra revocada de barro arcilloso, tanto en el interior como en el exterior, generalmente de planta circular y falsa cúpula, que utilizaba el viñadero, guarda contratado para vigilar las viñas desde que maduraba el fruto hasta finalizar la vendimia. Su cometido era vigilar, incluso escondido, que nadie entrase en los viñedos, tanto personas como animales, para que no cogieran uvas o perjudicasen las cepas. También se encargaba de vigilar las plagas.

La choza se construía realizando una pared vertical que a partir de un punto se iba cerrando poco a poco en círculo a medida que ascendía, hasta culminar en un solo sillar que cerraba la construcción. Se dejaba una pequeña entrada de 90 cm de alto por 55 cm de ancho enmarcada por un dintel y jambas de grandes piedras trabajadas. Se abría una pequeña tronera para vigilar las viñas del norte.

Existieron más de un guardaviñas en el término de Alcubilla, hasta seis se han contabilizado, para vigilar diferentes zonas de viñedo como los restos que tenemos en la fotografía inferior.

El nombramiento de los viñaderos se decidía en una reunión general de todos los vecinos, otorgándose el puesto al que había realizado la postura más baja. Con anterioridad a la contratación ya se habían vedado estos terrenos a la entrada del ganado, así como la recogida de hierba y uvas verdes. Cuando maduraban las uvas se establecían reglas más rígidas como la obligación de atar a los perros para que no entrasen en las viñas a causar daños y comer uvas. Nadie podía entrar en el viñedo, ni siquiera los propietarios, que solamente podían ver una vez sus viñas, a mediados de septiembre, para calcular el fruto que había. El estricto control llegaba al registro por un concejal de las alforjas y las talegas que se hacía a la mujer o hijos del viñadero cuando regresaban diariamente de llevarle la comida. Incluso se inspeccionaban la vivienda y los corrales del viñadero para comprobar que no había recogido uvas previamente a la vendimia.

Esta tradición se perdió en la década de 1950, desapareciendo la figura del viñadero y deteriorándose los guardaviñas existentes. El que hay actualmente en buen estado se restauró en el año 2007.

Se recomienda completar la visita a las viñas de alrededor del pueblo y al Museo enológico-Lagar que recoge el arte y la cultura vinícola tradicional de Alcubilla de Avellaneda.